Israel y Palestina: el lado oculto de una guerra sin final
Es fácil ver un conflicto y reducirlo a sus noticias más escandalosas. Ellas son los síntomas más visibles de las enfermedades que los ocasionaron. Sin embargo, esta tendencia a la simplificación de las cosas es problemática si lo que queremos es ir más allá de los lugares comunes. Ese es el caso del conflicto Israel – Palestina. O más propiamente: el conflicto Hamás – Israel.
Se trata de una de esas noticias que cada cierto tiempo vuelven a los titulares. Bien sea por los ataques terroristas contra Israel, o por las respuestas del estado judío: casi siempre bestiales ataques militares de gran precisión y letalidad.
Ahora bien, ¿por qué este parece ser uno de esos conflictos que nunca se resuelven? ¿Qué se esconde detrás de la aparente voluntad de dos facciones dispuestas a enfrentarse eternamente?
Analicemos en profundidad la historia para entenderlo mejor.
Video: «¿Ha CAÍDO ISRAEL en una TRAMPA de IRÁN?»
Un conflicto político y, sobre todo, religioso
El pueblo judío vivió durante siglos sin Estado propio. Luego de la segunda guerra mundial, cuando los judíos había sido víctimas de uno de los peores genocidios de la historia, se creó un Estado para ellos.
La tierra elegida para formar ese territorio esté en el oriente medio. La ONU ordenó que se constituyera el Estado de Israel en una tierra con la que siempre han tenido conexiones históricas. Sin embargo, en esa tierra ya había un Estado, Palestina. Aunque la idea original era crear dos Estados, y que ambos coexistieran pacíficamente, algunas facciones palestinas no aceptaron esta situación.
Por el contrario, comenzaron a sentirse invadidos y ultrajados de una tierra que consideraban propia. Por ellos, al poco de iniciarse Israel como Estado, comenzó a surgir una reacción violenta, primero en forma de guerrilla y luego en forma de terrorismo, contra Israel.
Esta actividad terrorista ha sido constante a lo largo de los últimos sesenta años. Dando como resultado un ciclo de acción y reacción en el que Palestina ejecuta un atentado contra Israel, e Israel responde, a veces de forma brutal y desproporcionada, al ataque recibido.
Históricamente, Israel ha reconocido el derecho de los palestinos a tener su propio Estado. Palestina, por su parte, se niega a reconocer la existencia de Israel, al que considera un Estado ilegítimo e invasor. De allí que, a cada intento israelí por definir los límites territoriales de cada Estado, los líderes palestinos respondan con indiferencia y torpedeando cualquier negociación.
A eso hay que sumarle que Israel representa muchas cosas. A pesar de estar en el medio oriente y en territorio árabe, se trata de un país judío y occidental. Las libertades civiles, religiosas y económicas de cualquier país europeo se respiran en ese territorio. Es el gran aliado de Estados Unidos, y de todo occidente, en la región.
Esto es problemático para los vecinos de Israel. El Estado judío limita en sus fronteras con: Líbano, Siria, Jordania y Egipto. Un poco más lejos están países como Arabia Saudita e Irán. Todos son territorios musulmanes y antioccidentales, que además de las razones territoriales rechazan a Israel como proyecto político.
Algunos gobiernos norteamericanos, como el de George W. Bush (2001 – 2009), han intentado controlar la zona del medio oriente, apoyándose en Israel como su principal aliado. Esto solo ha profundizado el desprecio que los vecinos sienten por Israel, y que ha llevado a estas naciones a no reconocer al Estado de Israel como un país legítimo.
Un fallido intento de paz
Sin embargo, ha habido dos momentos en que la situación ha tendido a calmarse. el primero ocurrió en 1993, cuando se firmaron los acuerdos de Oslo, entre el Gobierno de Israel, representado en su Primer Ministro Isaac Rabin y el presidente Shimon Peres, y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dirigida por Yasser Arafat.
Impulsados por Bill Clinton, entonces Presidente de Estados Unidos, y con Noruega como país neutral para la mediación, ambas partes se ponían un plazo de cinco años para alcanzar la paz entre Palestina e Israel.
Israel reconocía al Estado palestino, dejándoles gobernar la Franja de Gaza, fronteriza con Egipto y Cisjordania, a través de una autoridad palestina que debía ser electa en los próximos cinco años. A cambio, Palestina reconocía al Estado de Israel y se comprometía a cesar en los ataques y las actividades terroristas. El acuerdo fue tan impactante, que en 1994 tanto Arafat como Rabin y Peres fueron reconocidos como Premios Nobel de la Paz.
Las facciones radicales de ambos bandos, sin embargo, no estuvieron complacidos. Los judíos ortodoxos acusaban al gobierno israelí de “traición”, por haber cedido frente a territorios que consideraban suyos. Del lado palestino los grupos terroristas comenzaron a torpedear con atentados terroristas todo el proceso. Los líderes, sin embargo, siguieron adelante.
En 1994 la Fuerza de Defensa Israelí (FDI) se retiró de la Franja de Gaza y Jericó, reconociendo la soberanía palestina. A finales de año se retiraron también de Cisjordania y se reconoció por escrito la autoridad de Palestina sobre esos territorios. Al año siguiente, Israel firmaba con Jordania (país de mayoría palestina, aunque no propiamente parte de Palestina) un acuerdo de paz.
Todo parecía encaminado a que el conflicto terminara. El 4 de noviembre de 1995 se convocó en Israel a un evento cultural y político destinado a celebrar los acuerdos e impulsar el apoyo social al proceso de paz.
El mitin se celebró en la Plaza de los Reyes de Israel (hoy plaza Yitzjak Rabin), de Tel Aviv, con el eslogan “Sí a la Paz, no a la violencia”. Luego de pronunciar un discurso en ese evento, el Primer Ministro Isaac Rabin fue asesinado por Yigal Amir, un judío ortodoxo y ultra radical que se oponía a los procesos de paz.
Al asesinato de Rabin les siguieron varios retrocesos a los pactos establecidos en los acuerdos de Oslo. Luego de algunos años en los que no existió la voluntad política de ninguna de las partes por seguir avanzando en el camino de los acuerdos, Arafat promovió la llamada “segunda intifada”, una escalada de violencia desde Palestina hacia Israel, que inició a finales de septiembre del año 2000.
A esto le siguió una creciente radicalización política en ambos Estados. En Israel fue elegido Ariel Sharon, partidario de tener asentamientos israelíes en Cisjordania y gaza, además de poco dado a continuar os procesos de paz.
En Palestina, por su parte, el grupo Hamas, mucho más radical que Fatah, el partido de Arafat, comenzó una serie de actividades terroristas. Arafat siempre había sido ambiguo en su opinión sobre este grupo, pero luego de que él mismo promoviera la segunda intifada, les dejó accionar libremente, lo que llevó a un recrudecimiento de la violencia terrorista.
Ya a finales del 2000, y aunque Clinton intentó interceder organizando una cumbre den Camp Davis entre las partes, se daba por hecho que los acuerdos de Oslo habían sido un fracaso.
La muerte de Arafat en 2004, la sucesión de este por parte del radical Mahmud Abbas, y el triunfo de Hamas en el parlamento palestino en las elecciones de 2006 (que los ha llevado a gobernar esa zona, la más conflictiva de todas las que conforman la Franja de Gaza), solo confirmaron el hecho.
En Israel la situación no fue mejor. Sharon sufrió un ACV en 2008 que lo dejó en estado vegetal. Sin poder ir a elecciones, resultó elegido como su sucesor Benjamín Netanyahu, un hombre aún más duro que Sharon, y que insiste en enfrentar a Palestina.
De Trump a Biden: de otro intento de paz a la actual guerra
El segundo momento en que se estuvo cerca de conseguir la paz en este conflicto, fue durante la administración de Donald Trump.
A pesar de su discurso siempre voraz, Trump mostró un gran conocimiento de la zona del medio oriente. Durante su gestión, Trump consiguió que al menos tres países árabes reconocieran y reestablecieran las relaciones con Israel.
Los Emiratos Árabes Unidos, Sudán y Bahrein fueron esos tres países que alcanzaron el entendimiento con Israel. El plan de Trump era ir logrando que los países de la región reconocieran a Israel, y así debilitar el poder de los grupos terroristas como Hamas, que muchas veces contaron con el apoyo de los vecinos de Israel.
Al estar debilitados, pensaba Trump, los palestinos debería volver a las negociaciones y se lograría la solución de crear los dos Estados y dejar atrás tantas décadas de guerra.
En paralelo, el gobierno de Trump sancionaba a algunas entidades de países como China y Hong Kong por conductas relacionadas con Irán. Estas conductas iban dirigidas a un plan de Irán de fortalecer a los terroristas de Hamas con el fin de atacar a Israel.
El conflicto Israel – Palestina es como un tablero de ajedrez de intereses cruzados. Occidente, del lado israelí y Palestina del lado antioccidental, son las piezas de poderes geopolíticos duramente enfrentados. Trump sabía esto y pretendió manipular a varios de los actores para mover el tablero.
Vale decir que lo logró de forma exitosa. Hacía finales de 2020 parecía que su plan iba a dar resultados y que se estaba avanzando en una solución definitiva al conflicto. Pero entonces, Trump no fue reelecto presidente de Estados Unidos.
Joe Biden, su sucesor, echó para atrás muchos de los logros conseguidos. Presionado por la creciente corriente de izquierda de su propio partido, Biden levantó algunas de las sanciones de la era Trump.
Finalmente, a mediados de abril, y teniendo unas próximas elecciones en Palestina como telón de fondo, comenzaron los ataques de Palestina hacia Israel. El Estado judío, poseedor de una formidable defensa aérea repelió los ataques hasta que, a principio de mayo, decidió responderlos con dureza, dando inicio a una escalada armada como no se recordaba en la zona desde hacía muchísimo tiempo.
Al momento de escribir este artículo, los enfrentamientos seguían dándose. Cohetes lanzados desde Palestina, por parte del grupo terrorista Hamas, chocan con la llama “cúpula de hierro” israelí. Israel luego responde con ataques armados que causan muchas muertes civiles. En parte estas muertes se deben a que Hamas utiliza a los asentamientos civiles palestinos como escudos humanos.
Netanyahu ha sido firme al decir que no permitirán que se amenace la seguridad de los israelíes y que está dispuesto a seguir ejerciendo su derecho a la defensa. Hamas desea que el conflicto siga, sobre todo a la espera de poder capitalizarlo políticamente en las próximas elecciones palestinas. Y el gobierno de Estados Unidos intenta mediar, sin éxito hasta ahora, para lograr una “desescalada” del conflicto.
Lo que quiero apuntar en estas reflexiones no es tanto los hechos informativos en sí. Ya en la prensa e internet hay muchísima información sobre los hechos acontecidos. Lo que sí deseo es apuntar al hecho de que un territorio se convierta en tablero de ajedrez de intereses geoestratégicos que le son ajenos. En el medio, los civiles que sufren por esta guerra innecesaria donde existe una lucha por el poder y control de toda una región entres diferentes partes de “El Sistema” en el contexto mundial.
Fuentes
- “¿Qué está pasando en Gaza entre Palestina e Israel? Cuando y por qué inició su conflicto” de marca Claro. Publicado el: 18/05/2020 Consultado el 19/05/2021
https://co.marca.com/claro/trending/2021/05/18/60a4307b22601d11138b462e.html
- “Avanza el plan de Trump para lograr la paz en Medio Oriente”, por El American. Publicado el 24/10/2020. Consultado el 18/05/2021
https://elamerican.com/avanza-plan-de-trump-en-medio-oriente/?lang=es
- “25 años de los Acuerdos de Oslo, frustrado intento de paz”, por DW Noticias. Publicado el: 13/09/2018. Consultado el 18/05/2021
https://www.dw.com/es/25-a%C3%B1os-de-los-acuerdos-de-oslo-frustrado-intento-de-paz/a-45479396
- “Conflicto palestino for dummies”, por Yael Farache. Publicado el: 17/06/2012. Consultado el 18/05/2021
http://acapulco70.com/conflicto-palestino-for-dummies/
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