Rentabilidad mínima de un emprendimiento
Antiguamente se consideraba que un emprendimiento era rentable en el momento en que comenzaba a generar ingresos que permitían recuperar la inversión realizada. Pero hoy en día, en especial con el surgimiento de las startups, se admiten otras formas de rentabilidad.
Y es que en el pasado una empresa podía estar varios años trabajando antes de alcanzar algún umbral de rentabilidad. El problema de este enfoque es que implicaba que necesariamente una empresa debía ser exitosa para poder ser rentable, lo que llevaba a muchos emprendedores a priorizar aquellos emprendimientos que no implicara una gran innovación o ruptura con el mercado existente.
Es precisamente el modelo de empresas startups el que creó nuevos conceptos de rentabilidad. Partiendo de que las startups requieren de tiempo para poder madurar sus ideas, debido a que muchas de ellas apuestan por innovaciones que transformarán el mercado, se ha empezado a admitir que la rentabilidad no siempre está ligada al éxito de un proyecto.
Desde el conocido concepto de «Rentabilidad Ramen»; que plantea que un emprendimiento puede ser rentable desde el momento en que genera ingresos suficientes para cubrir los gastos básicos de sus fundadores; hasta los enfoques dirigidos al llamado «producto mínimo viable». La rentabilidad en el siglo XXI puede significar muchas cosas.
Vamos a transitar juntos por los conceptos de rentabilidad mínima y veamos si los mismos se ajustan al tipo de emprendimiento que tienes en tu cabeza. Revisaremos también las ventajas de alcanzar una rentabilidad mínima.
¿Cuál es la mínima rentabilidad de un negocio?
Apostando a largo plazo, no puede pensarse que para que un negocio avance el mismo debe generar una ganancia que supere la inversión realizada. Alcanzar este tipo de ingresos puede tomar tiempo y esfuerzo, y por tanto no debería ser el estándar a la hora de evaluar si un emprendimiento está funcionando o no.
Un buen baremo para medir si un emprendimiento va por el camino correcto es el de trazar un mínimo de ingresos que son suficientes para cubrir los gastos operativos diarios de la empresa. Es decir, si en un emprendimiento se invirtieron, digamos US$ 150 mil, pero el gasto mensual de empleados y operatividad es de US$ 1.500, se puede considerar que una empresa que genere esos mil quinientos dólares mensuales ya es mínimamente rentable.
¿Por qué? En parte porque puedes colocar el dinero de la inversión inicial en el desarrollo de tu prototipo y productos, mientras que el ingreso mínimo que está ya generando la empresa, se va en los gastos corrientes. Dicho de otra manera: evitas que los gastos diarios descapitalicen tu empresa.
Esto, claro, no es aplicable a todo tipo de emprendimiento, pero sí para la mayoría, especialmente para los dedicados al desarrollo de software, sitios web, productos de bajo precio y servicios especializados.
Ventajas de una rentabilidad mínima
Desde el punto de vista de las ventajas, las posibilidades que abre una rentabilidad mínima son considerables.
En primer lugar, el generar ingresos suficientes para funcionar, le quita de los hombros al emprendedor la presión de llegar a final de mes y tener que echar mano de la inversión inicial para liquidar gastos de personal, lugar de funcionamiento y demás nimiedades del día a día.
El flujo de caja, da la tranquilidad de que se avanza un mes más sin perder dinero, lo que al comenzar es ya una gran ventaja.
En segundo lugar, la rentabilidad mínima te quita la presión para obtener más financiamiento. Precisamente porque el dinero que intentes levantar no será aquel del que dependas para seguir existiendo, sino que puedes presentarte ante los inversionistas como una empresa que ya genera lo suficiente para funcionar y que solicita capital bien sea para el prototipo, para la producción de una primera línea, para un lanzamiento o para una expansión.
Esto les dará a tus inversionistas la impresión de que sabes manejarte con el dinero, de que no malgastas los recursos de la empresa y de que al menos están invirtiendo en un emprendimiento que ya tiene una funcionalidad básica. Y esto es algo que no todos pueden decir cuando comienzan.
En tercera instancia está el tema de la confianza. Si ya estás generan ingresos, así sean mínimos, significa que hay gente que ya está dispuesta a pagar por el producto o servicio que ofreces. Y aunque el nivel de clientes sea pequeño, su mera existencia ya es una prueba de que lo que vendes funciona y le soluciona algún problema a alguien.
Esta ventaja es buena para ti y para quienes quieran invertir en tu proyecto. Para ti y tu equipo, porque les permite ya ir evaluando la usabilidad de lo que producen, e incluso, si manejas bien el proceso de atención al cliente, obtener feedback de tus primeros usuarios o compradores que te ayuden a mejorar lo que ofreces.
Del lado de los inversionistas, es una mejoría presentarte ante ellos demostrándoles con facturas de compra real que hay gente interesada en lo que tu emprendimiento realiza que llegar a ellos solo con una proyección de mercado potencial o con perfiles de buyer persona.
En definitiva, la rentabilidad mínima de un emprendimiento es una posibilidad de aligerar la presión por conseguir dinero en las etapas iniciales de tu emprendimiento. Es la forma de ir armando las primeras conexiones con tus clientes potenciales. Es el primer paso para entrar al mercado y es la vía más expedita para funcionar en esos primeros días en que la motivación y el dinero son escasos.
Por lo tanto, una buena idea de emprendimiento es que junto con tu análisis de mercado, proyecciones financieras y planes de mercadeo, elabores también un plan para alcanzar una rentabilidad mínima, un proceso que te permita determinar cuánto necesitará generar tu empresa al principio para ser mínimamente rentable.
A nivel de ingeniería de producción esto te será útil para saber cuáles son los procesos internos realmente vitales de tu emprendimiento justo al iniciar. Priorízalos y empezarás a alcanzar una mínima rentabilidad que te será muy útil para que tu emprendimiento no naufrague en sus primeras etapas.
Ya sabes que desde este espacio abogo por el emprendimiento como forma de vencer al sistema. Por eso, formarte en finanzas y saber lograr la rentabilidad mínima de tu emprendimiento es vital para que emprendas con éxito.
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